Traducir página y relato

viernes, 15 de junio de 2012

Cita en el hotel. Por Víctor Alós Yus.




Estuvieron hablando un buen rato.

La cosa no estaba del todo clara, desde luego.

Unas veces era ella la que no quería continuar con esos cafés furtivos.

En otras, él la alentaba a seguir caminos opuestos, a distanciarse.

En todas, el otro aseguraba que no podría soportar, en esos momentos, alejarse de su pareja clandestina.

Y todavía no había ocurrido nada entre ellos. Nada más que miles de confidencias, de las que no se hacen a cualquier persona y que consiguieron que su acercamiento fuera más intenso cada vez.

Se miraron durante unos segundos, y lo tuvieron claro. Algo tenían que hacer.

Cuchichearon un momento.

Ella parecía que no aceptaba lo que él acababa de sugerir.

Pero se levantó con él y subieron hasta la recepción.

Cogieron una habitación y se dirigieron al ascensor.

Él temblaba. Ella más.

No es que él estuviera más tranquilo, es que podía controlarse mejor.

Cuando se cerraron las puertas del ascensor, la besó apasionadamente. Sus manos buscaron su cuerpo y ella se entregó totalmente.

Apenas 25 segundos, lo que tardó el ascensor en detenerse.

Llegaron frente a su habitación con las manos cogidas, los corazones desbocados y la respiración entrecortada.

Él la invitó, cortésmente, a pasar a la habitación.

Cuando cerró la puerta, la cogió con fuerza, desde atrás, rodeando su cintura con sus brazos y depositando cien besos en su cuello, oliéndola, sintiéndola mientras su temblor aumentaba.

Subió los brazos y colocó las manos sobre sus pechos. Comenzó a acariciarlos, buscando los pezones que se resistían bajo las copas del sujetador.

Ella suspiraba y sentía renacer el deseo. Más cuando él apoyó su ingle en sus glúteos y pudo notar la erección que se había despertado en él.

Se zafó de la presa y se encaró con él.

Se besaron mientras avanzaban y lo tumbó en la cama. Le bajó los pantalones y el calzoncillo y su mano comenzó a jugar con su miembro.

Después, lo introdujo en su boca, disfrutando de los breves espasmos que experimentaba él.

A los pocos segundos, él la apartó, con ternura. No quería que la cosa terminara tan pronto, y la excitación entraba en un momento álgido.

Ayudó a su pareja a quitarse la blusa, y ella se quitó el sujetador, dejando en libertad sus pezones, erectos, buscando una boca que los besara.

Él no se hizo de rogar, y antes de quitarle los pantalones y las bragas, se entretuvo con ellos, provocando que ella se sintiera desfallecer.

Se tumbaron uno frente al otro, mirándose, casi sin atreverse a tocarse y se fundieron en un beso.

Las manos de él buscaron su sexo y comenzaron a acariciarlo. Lo notó húmedo y caliente, con ganas de ser penetrado.

Por el momento, fueron los dedos los que iniciaron ese viaje mientras la boca de él recorría, sin ánimo de parar hasta su destino, la piel de su amante.

Su lengua tomó el lugar de los dedos y en unos minutos, el cuerpo de ella se arqueó, víctima de la descarga de placer.

Con un nuevo beso, él entró en ella y no tardó en acompañarla, mientras ella recibía, de nuevo, la llegada de un orgasmo.

Después permanecieron abrazados. Las manos de ella acariciaban el pecho de él, mientras que él se recreaba en los maravillosos ojos de ella y acariciaba su piel.

Hablaron cerca de una hora, y después decidieron vestirse.

Lo que sucediera después, fuera lo que fuera, no conseguiría estropear nunca ese momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...