Traducir página y relato

domingo, 8 de enero de 2012

Príncipe Pío. Por Pablo Castro.


Hace cosa de quince minutos mis fantasías más tórridas estaban congeladas bajo la masa de aire polar que, según el meteosat, bajó ayer desde Siberia. Hace cosa de quince minutos, porque ese cabrón que esperaba el metro en el andén de Príncipe Pío me las despertó todas de un plumazo.

¡Qué bueno estaba, joder! Con treinta años menos seguro que le habría convencido para meneárnosla un ratito, pero con esta jeta, esta barriga y estos cincuenta tacos largos, qué quieres. A lo mejor si hubiera tenido algo de éxtasis para ofrecerle... Pero qué carajo, los chavales de hoy gastan camello propio en el Retiro, maricón.

¿Cuánto tiempo llevabas en el andén de Príncipe Pío, guapo? Aquella gorda me tapaba la vista hasta que echaste a andar. De ahí la cara de gilipollas, ¿sabes? Porque si descubrir un pedazo de tío a tu lado ya es fuerte, notar que pretende hablar contigo es la hostia. Aunque sólo te pida fuego.

Qué voz. Y qué manera de llevarte el pitillo a la boca. Yo quiero ser tu colilla, lo juro por Dios. Colgar entre tus labios hasta la consunción... Luego puedes tirarme al suelo y pisotearme, que hasta tendría su gracia. Sólo por eso merecía la pena arriesgarse a estirar la conversación, preguntarte la forma más directa de llegar a Usera. Por supuesto, tú pasaste de mi culo y te limitaste a decir “línea seis, en este andén”. No creas que fue una sorpresa. Lo hace la mayoría de los maricas, así que no esperaba menos de ti.

Al menos te saqué un apretón de manos antes de que el puto tren se detuviera frente a nosotros y tus colegas y yo intercambiáramos posiciones en el vagón, ellos fuera y yo dentro.

¡Y qué apretón de mano, coño! Casi hubiera preferido un simple adiós, porque si estrechas así la mano de un desconocido, no quiero imaginar cómo sujetarás otras cosas... Mentira: sí que quiero. Fíjate si querré, que ya estoy en Laguna y todavía sigo con la mirada clavada en el cristal, buscándote en cada estación. ¡Lo que hubiera podido hacer contigo, niño!

La gorda del andén nos miraba de reojo, ¿te fijaste? No, claro. Como tampoco notaste que yo trataba de ligar contigo. Es la suerte de los chicos guapos: camináis sobre la gente como Jesús sobre las aguas. ¿Sabes? Creo que la tía no miraría con tanto gusto cuando te metieras en mi cama. Las sábanas están usadas, pero sé que no te importará.

Hemos tirado las cazadoras por ahí, y  estás frente a mí con tu sudadera gris –intuyo una camiseta negra debajo– y tus vaqueros azules. No protestas cuando te meto las manos entre la ropa. Hasta sonríes, hijo de puta. Vaya cuerpo. Caliente. Ancho. Suave. Veintipocos. Divino. Me muero por verte desnudo… Pero vamos a esperar un ratito. Primero te sobaré a fondo.

Mis dedos te pellizcan los pezones bajo la camiseta. Se nota que es la primera vez que te dejas meter mano por un tío, pero lo disfrutas como no está escrito porque me ves excitado como una mala perra y eso te hace sentir poderoso, ¿a que sí? Jodido hetero de mentalidad abierta, cómo me estás poniendo... La boca se me va a tu cuello, y te beso y te chupo como si fuera el mismo conde Drácula. Pero no te engañes: no quiero tu sangre, sino la piel y los músculos que hay encima. Sobre todo los de tu polla. Empieza a estar dura, y en cuanto te frote un poco más... Si te aprieta la bragueta, tú tranquilo; yo me hago cargo.

Chaval, como la telepatía sea ciencia, hoy te correrás de gusto allá donde estés, porque ahora mi fantasía se arrodilla sobre tus vaqueros, mientras tú te hinchas por momentos bajo mis labios. Cómemela, susurras, y no puedo desobedecer. Te desabrochas. Hundo las manos entre tu ropa interior. Dios, ¿daré abasto con tanto chico para mi solo? Coño, claro que sí.

Ya estás desnudo, y sé de buena tinta que me dejarás follarte, porque lo deseas tanto como yo. Tienes los labios húmedos, el vicio pintado en los ojos, y el miembro duro como una condena a muerte. Y no te cuento cómo estoy yo... Ni éxtasis, ni cocaína ni hostias, tío. Tú eres el mejor estimulante.

Me cuesta abarcar tu espalda, pero eso lo hace aún más excitante, porque eres tan joven, y tan alto, y tan grande, y tan hetero... Me aferro a tu culo y tú te aprietas todavía más contra mí, así que te beso con avaricia, te estrujo, te repaso. ¿Qué dices, que quieres hacerme una paja? Vale, mientras yo te meto un dedito. Pero no hace ni falta hablar de ello, porque ya me la estás cogiendo con esa mano ancha y segura, y empiezas, pim–pam, pim–pam, fuerte y rápido. Me moriría ahora mismo, si no fuera porque nos espera algo mejor... Me corro. Te salpico. Ríes, y yo te sigo. A todas partes.

Pongo los dedos en tu boca. Venga, chúpalos; húmedos resulta más fácil. Me coloco detrás de ti, con mis labios pegados a tus hombros como lapas en celo. Te inclinas un poco hacia delante, y tu respiración se acelera. Nos espera una tanda monumental de folladas. La primera, contigo arrodillado sobre mi cama revuelta, la cara enterrada en la almohada y el culo sobresaliendo en la nada de mi cuarto, duro, desafiante y tentador.

Entonces mis manos se aferrarán a tus caderas… y ya no podremos parar. Lo haremos bajo el agua de la ducha, contra la mesa de la cocina, o de pie en el balcón −los vecinos  llamando a gritos a la policía, sin perder ripio de nuestra jodienda de perros−, si tú me dices que eso te excita.

Próxima estación, Usera. Mierda. Fin de trayecto para las fantasías tórridas. No te la voy a chupar, ni tú me harás una paja. Jamás podré meterte un dedo, ni menos aún follarte hasta quedarme bizco… Pero dejando a un lado lo asquerosamente solo que me sentiré dentro de un rato, cuando me la pele como un mono viejo delante del ordenador, ha sido un placer imaginarlo.

2 comentarios:

  1. Me ha sorprendido, es muy bueno, me gusta cómo está escrito, la cotidianidad de las expresiones y lo bien qué transmite los sueños imaginarios y lujuriosos de este pasajero de metro.

    ResponderEliminar
  2. Una situación muy cotidiana. ¿Quién no se ha dejado llevar por una fantasía similar en el metro?

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...